viernes, 18 de junio de 2021

Un día para no recordar

Por fin llegó el momento que todos esperábamos, el día de la fiesta de fin de curso, el día en el que se jugaba el partido más largo de todo el año, y en este, sin falta, se repitió lo de todos los años, en cuanto que todos llegamos empezó el partido. 

Todo iba muy bien, hasta que Carlos chutó tan tan fuerte a la pelota que salió disparada al bosque. Éste y el colegio se separaba por un muro de piedra y comunicaban con una puerta de metal. Había muchas leyendas sobre ese lugar, entre las que se encontraban la del niño sin cara, la de un asesino sin escrúpulos… por cosas como estas nadie se atrevía a recuperar sus pelotas. 


Todos dijeron de ir a por el balón pero a mí me daba bastante miedo aunque no quería que se rieran de mi por ser un miedica, así que no me lo pensé dos veces y los acompañé. En cuanto lo pisé sonó un ruido, sentí un escalofrío, pero eran hojas secas, o eso quería pensar. 


Nos dividimos en dos grupos para buscarla, a mí me tocó con Javi, Adri, Paco y Samu, y acordamos que quien la encontrase gritaría: ¡LA TENEMOS! 


A simple vista todo estaba muy oscuro, de vez en cuando sonaba un ruido diferente, algunos parecían de animales, otros de piedras, hojas y tierra y otros que no quería pensar de que eran. 


Llevábamos ya mucho rato, y no aparecía. De repente, escuchamos un aullido que venía de una casa en ruinas, yo no quería ir pero por no decirles que me daba miedo fuimos. Una vez en la casa, vimos una sombra que se aproximaba a nosotros, todos dimos un grito fortísimo, ¡era un lobo de 2 cabezas! Al parecer yo no era al único que le daba miedo ir, pero nadie se atrevió a decirlo. 


Salimos corriendo y parecía que lo habíamos despistado, pero había un pequeño problema, nos habíamos separado huyendo. Con un poco de suerte encontré a Samu y Paco, pero de los demás no había ni rastro.


Los tres intentamos volver pero nada, llevábamos unos 45 minutos andando y estábamos cansados. 


Se hizo de noche y nos hicimos una tienda de campaña con hojas y ramas. Samu y Paco ya se habían dormido, pero yo seguía despierto y decidí ir a buscar algún tipo de fruta o algo parecido, ya que tenía mucha hambre, pero no hubo suerte y volví con las manos vacías y cuando entre a la tienda, no había nadie, solo una nota en la que ponía: ¡AYUDAAAA! 


Salí de allí corriendo, tenía frío, pero aún más miedo. Encontré un trozo de camiseta por lo que pensé que habían pasado por allí, al rato vi otro, y continué por el mismo camino. 


Estaba amaneciendo y… ¡al fin! allí estaban todos atados a un árbol, los desaté y les pregunté que les había pasado y me dijeron que no se acordaban, que era una sensación rara. 


Calculo más o menos unas 2 horas andando, ahora estábamos más seguros ya que íbamos todos juntos. Y conseguimos encontrar la puerta de metal que separa ese infierno con el colegio y al entrar, el balón por el que entramos al bosque, estaba allí, desde ese momento acordamos no hablar nunca más de ese día.




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