Todo empezó el verano pasado. Yo estaba sentada en el sofá usando el móvil, con mi madre al lado. Empecé a leer los correos electrónicos cuando vi uno que me llamó la atención. Me lo enviaba el Colegio los Rosales y decía algo así:
‘’Se ha aceptado la solicitud de admisión de Sofía Sánchez Berrocal en el Colegio los Rosales.’’
Cuando mi madre y yo lo leímos, nos pusimos a dar gritos y saltos de alegría ya que no nos esperábamos que fuese a entrar. ¡Y tenía la ESO asegurada! En ese momento sentí una gran mezcla de sentimientos: felicidad, porque había entrado; tristeza, porque dejaba a mis compañeros de toda la vida; nervios, porque iba a conocer nuevas personas…
Pasé el resto del verano pensando en todas las nuevas cosas que ocurrirían, por ejemplo, ¿cómo sería llevar uniforme? Llevaba toda la vida con mi propia ropa y de repente tengo que llevar todos los días la misma ropa, la que llevan todos los alumnos de allí. Eso tendría que parecer una cárcel…como todos los colegios.
Llegó septiembre y me moría de los nervios, solo quedaban diez días para empezar algo nuevo y dejar lo de siempre. Buff, no me salen las palabras.
Pasaron esos diez días y ya solo quedaba una noche, en ese momento, no sabía si podría dormir. A la mañana siguiente, fue todo muy rápido: me desperté, me vestí, desayuné y llegué. Me encontraba delante de la puerta y no estaba segura si al entrar por ahí me ocurrirían cosas buenas o cosas malas.
Nada más pasar empezaron a repartirnos en dos filas, quien sabe para qué. Yo estaba mirando a mi alrededor sin conocer a nadie hasta que nos dijeron que nos dirigiésemos a clase. Como íbamos en fila, nos fueron diciendo:
- ‘’ Tú siéntate ahí, tú detrás de él y tú delante de aquel ‘’
A la hora del recreo, por suerte quisieron conocerme y, además, me presentaron a toda la clase. La verdad es que fue un muy buen primer día. Hice muchos amigos como Laura, Alejandra, Clara…
A veces he podido tener algún problema con algún compañero pero yo creo que con el tema de la amistad bien.
Con el tema de los estudios todo era parecido. Menos francés que tenia un mayor nivel que el de mi antiguo colegio, ya que la profe de francés no venía a menudo.
Aunque todo esto haya sido tan raro con el COVID, todo esto ha ido pasando, pasando y pasando como uno normal y corriente. Parecía que se nos iba a venir todo encima, entre las oratorias, exámenes, textos escritos, deberes…Pero ya está terminando por fin.
Este curso nos lo hemos pasado muy bien y nos hemos quedado con increíbles historias como cuando empezaron a llamarme chica mala, aunque en realidad ni si quiera yo sé por qué. O cuando José Manuel se ponía el jersey del uniforme como peluca y empezó a repeinarse el ‘’pelo’’ o cuando Carlos se tiró el vaso de agua en la cara en el comedor. Creo que esta clase es un poco especial…ya me entendéis.
En conclusión, lo primero, un correo electrónico lo puede cambiar todo, lo segundo, aunque solo llevo un curso con esta clase, me siento como si conociera a mis compañeros desde hace mucho tiempo.
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